Pasear por Salamanca es disfrutar a cada paso que se da. Poder mirar a ambos lados y respirar un ambiente digno de un lugar del siglo XVIII. La majestuosidad de los edificios, con su característica piedra de Villamayor que otorga un color oro, junto con el bullicio de la gente paseando o la tranquilidad de determinados rincones es algo absolutamente envidiable.

Voy a señalar algunos de los rincones más fascinantes de la ciudad de Salamanca y próximamente iremos destacándolos para poder dar una mayor información y que la ciudad charra pueda ser el próximo objetivo de visitas.

Subir por la calle de la Compañía de noche con faroles que iluminan tenuemente y con poca gente.  Al fondo la grandiosidad de la Clerecía y la Casa de las Conchas. El claustro del convento de las Dueñas es un lugar que no recibe muchas visitas y creo que uno de los lugares con más encanto que conozco en Salamanca. El claustro posee una peculiar planta pentagonal irregular y la característica de que todos los capitales de los dos pisos son diferentes. Los motivos fantasiosos o referentes a la naturaleza, monstruos, medallones en las enjutas… Desde el piso superior se tiene una de las más bellas vistas de la cúpula de la Catedral Nueva.

La iglesia románica de Santo Tomás Cantuariense, la tranquilidad que ofrece el Patio Chico, las vistas desde la torre mocha de la Catedral, la Biblioteca de la Universidad de Salamanca, la inmensidad de la Plaza Mayor, el retablo de la Catedral Vieja y esas pinturas románicas que mucha gente pasa por alto, la incomparable Casa Lis…

Las leyendas de Salamanca que acompañan a algunos de los principales monumentos o detalles de éstos, confieren esa parte de misticismo y misterio propia de la pasada época romántica. Los libros que han desarrollado su trama entre las calles y los personajes ilustres que han vivido pueden atraer a todas esas personas que gusten de una ciudad con un carácter más literario.

Es fascinante poder pasear por una ciudad como Salamanca con tanta historia, poder descubrir un rincón nuevo o una ventana con un adorno observado de diferente modo que el día anterior.