Podemos decir que la riqueza del patrimonio histórico artístico de Salamanca, se pone de manifiesto de forma especial, en el hecho de que su dilatada historia nos ha legado no sólo una, sino dos catedrales, que, solemnes se alzan sobre la ciudad dorada del Tormes. Y es que son escasas las ciudades que pueden enorgullecerse de tener dos catedrales, que en el caso de Salamanca, son conocidas como la Catedral Vieja y la Catedral Nueva.

Historia de la Catedral de Salamanca

Durante la primera mitad del siglo XII, y hasta el siglo XIII, se llevó a cabo la construcción de la Catedral Vieja, cuyo promotor fue el obispo Jerónimo de Perigord. De estilo románico tardío, podemos destacar de su exterior, su cimborrio, conocido popularmente como “Torre del Gallo” debido a la veleta en forma de gallo que lo remata; y en el interior del templo, sobresale el bello Retablo Mayor que cuenta con una espléndida representación de la Historia de la Salvación integrada por cincuenta y tres tablas, junto al fresco de la parte superior que representa el Juicio Final.

Sin embargo, y a pesar del encanto de esta edificación, en el siglo XVI, el Cabildo advierte que la románica Catedral Vieja se había quedado pequeña para una ciudad tan floreciente como Salamanca, hecho que converge con los importantes cambios arquitectónicos del momento, que apostaban por nuevas y grandiosas construcciones de estilo gótico, como sucedía con la colosal Catedral de Sevilla cuya construcción había sido iniciada un siglo antes. Así pues, el viejo templo se consideraba una obra arcaica, pequeña y oscura, producto de la mentalidad de una época que había quedado atrás.

La construcción de la Catedral Nueva de Salamanca, edificada entre 1513 y 1733, vino por tanto, a dar respuesta al notable incremento de población que se había producido en la ciudad del Tormes gracias al impulso de su universidad, creada en 1218 por Alfonso IX de León. Así pues, a petición del Cabildo, y con el apoyo de Fernando el Católico, se ordenó el inicio de las obras de la nueva sede catedralicia, ubicada junto a la Vieja, y de estilo gótico tardío, en la que participaron algunos de los grandes maestros arquitectónicos del momento, como Juan y Rodrigo Gil de Hontañón, Juan Setién Güemes, Juan de Álava, Pantaleón Pontón, o los hermanos Churriguera.

Inicialmente, el proyecto arquitectónico incluía la demolición de la Catedral Vieja, pero tras muchos debates y controversias, se decidió mantener ésta al menos mientras durasen las obras, entre otras cosas debido a la necesidad de disponer de un espacio donde albergar los cultos religiosos. Afortunadamente, tras la finalización del nuevo templo catedralicio, la decisión inicial de derribar la Catedral Vieja fue desestimada y hoy podemos disfrutar de ambas construcciones.

El conjunto monumental que ofrece toda la zona de la Catedral, junto a los cuidados y amplios jardines de la Plaza de Anaya, el neoclásico Palacio de Anaya situado frente a la Catedral Nueva y la Iglesia de San Sebastián (conjunto arquitectónico denominado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento), constituyen uno de los enclaves por excelencia del patrimonio histórico-artístico de la ciudad de Salamanca.

De obligada visita para los turistas, os recomendamos especialmente visitar esta zona también al ocaso, cuando el descenso del sol va modificando de forma progresiva los colores y las sombras de la piedra dorada de la Catedral, hecho que convierte cada atardecer en un magnífico espectáculo de singular encanto.

Las Catedrales de Salamanca, el marco perfecto para las fotos de tu boda

El gran esplendor que ofrece el entorno catedralicio, transforma esta zona en el lugar idóneo para realizar las fotos de una boda. La majestuosidad de las Catedrales, los jardines de la Plaza de Anaya, el Patio Chico, o el cercano Edificio Histórico de la Universidad ofrecen una amplia variedad de espacios muy próximos entre sí, y de extraordinaria belleza que se convertirán en el escenario perfecto para hacer inolvidable el día de tu boda.