Este grandioso Convento de San Esteban se conoce como los Dominicos por todos los salmantinos. Desde la Catedral de Salamanca podemos bajar por la Calle Tostado y no imaginar, por la angostura de la calle, el edificio que nos encontraremos cuando desemboquemos en la calle de San Pablo.
La majestuosidad de los Dominicos se alza y la magnífica fachada plateresca nos impresiona. Y si logramos verla al atardecer, la luminosidad de la piedra hace que el conjunto adquiera dimensiones de belleza inimaginables. Precioso paraje en Salamanca que bien merece sentarnos y contemplar su grandiosidad.
Se inició la construcción los Dominicos de Salamanca el 30 de junio de 1524 gracias a la intervención del Obispo de Córdoba e hijo del II Duque de Alba, prolongándose hasta 1610. Debido a esto en la portada destaca el escudo de Santo Domingo flanqueado por blasón del Duque de Alba. El arquitecto a cargo de tamaña obra es Juan de Álava, y otros como Juan de Ribero o Rodrigo Gil de Hontañón siguieron sus pautas.
En qué fijarnos en los Dominicos de Salamanca
Todo el Convento en sí es visita obligatoria para todos los que visiten Salamanca, únicamente quiero destacar algunos detalles que espero todos podamos recordar cuando estemos frente y dentro del Convento.
La fachada, de Juan Antonio Ceroni, es un claro ejemplo del plateresco español y se la considera por la meticulosidad y la gran riqueza en su ornamentación como un retablo fachada. Está divida en tres cuerpos siendo el central es destinado a la representación de El martirio de San Esteban y el superior a un Calvario.
Una vez flaqueada la puerta principal nuestros ojos se van a ir directos al retablo del altar mayor obra maestra de José Churriguera. El barroco en su esplendor nos lo recuerdan las columnas salomónicas y entre ellas unas esculturas, coronando todo este espacio un cuadro de Claudio Coello referido al martirio de San Esteban.
Una de las curiosidades de la iglesia es la Escalera de Soto, que se construyó en 1553 y parece que se sostiene únicamente pegada a la pared. Gil de Hontañón utilizó una nueva técnica para su realización que produce todavía en la actualidad una sensación de amplitud en un espacio diáfano.
En el coro hay que fijarse en la gran sillería de nogal, pero sin duda lo que quedará en la retina es la pintura del Triunfo de la Iglesia por medio de la orden dominica de Antonio Palomino y una Virgen con el Niño de Rubens.
El magnífico Claustro de los Reyes, la Sacristía o el Panteón de los Teológos donde se encuentra enterrado Francisco de Vitoria o Domingo de Soto, son otros espacios a contemplar en el espectacular Convento de San Esteban de Salamanca.